A través de este trabajo hemos tenido la posibilidad de conocer algunos de
los sistemas educativos más destacados del mundo. Es impresionante la cantidad
de similitudes y a la vez de diferencias que se encuentran cuando comparamos
dos sistemas educativos del mundo. Todos ellos proponen medidas y planifican su
educación para que ésta sea la más eficaz e innovadora.
En los tiempos en los que vivimos es necesario contar con una educación que
asegure la igualdad de condiciones, que promueva valores y que eduque no solo
en contenidos académicos sino también en competencias socio-afectivas,
promoviendo un desarrollo íntegro del alumnado.
Quizás los objetivos generales que estos sistemas plantean a la hora de
llevar a cabo su educación sean los mismos: obtener los mejores resultados.
Ello no implica que la educación sea beneficiosa para los niños y niñas y mucho
menos que se estén utilizando las estrategias metodológicas convenientes.
Decimos esto, porque países como Japón, aprovechando que nos ha tocado trabajarlo,
cuentan con uno de los mejores sistemas educativos, pero es el país con mayor
índice de suicidios de sus estudiantes, ya que no pueden hacer frente a la
presión y a la severa disciplina que se les impone en sus estudios.
También, cabe destacar el caso de Finlandia, líder mundial en educación,
pues así lo demuestran numerosas pruebas (PISA). Su buen rendimiento no solo se
traduce en grandes resultados en matemáticas, lengua… por parte de los alumnos,
sino también en la buena calidad de vida de estos niños y en el desarrollo de
otras actitudes sociales y cívicas.
Con esto queremos decir que cada país cuenta con un sistema educativo
diferente, y que para mejorarlo debe tener en cuenta las circunstancias en las
que nos encontramos, proponiendo estrategias propias que crean convenientes
para su funcionamiento y óptimo desarrollo.
En el caso de España, y ya adoptando una perspectiva subjetiva,
consideramos que la educación está siendo considerada un objeto mercantil,
resultado de una sociedad cada vez más globalizada. Buscamos ser competitivos
con el resto del mundo, y ello implica hacer uso de las reformas para adaptarse
a los tiempos. En la mayoría de los casos estas reformas traen consigo una
reducción del gasto público y como consecuencia numerosos recortes en
educación. Realmente la clave del progreso está en la educación, en una
población más capacitada y cualificada. Por tanto, para sacar adelante un país
no se puede “jugar” con la educación, sino que ésta tiene que ser concebida
como el medio que nos llevará al progreso de todos los individuos,
posibilitándonos una mejora de las condiciones de vida y un desarrollo de la
moralidad, las competencias y actitudes de todos los individuos. Invertir en
educación es invertir en el futuro.
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